El titular del
artículo lo deja bien claro: “Un chico con autismo encuentra su vocación en
la apicultura “. Encontramos esta noticia en la prensa alemana, y no hemos
podido evitar plasmarla en el blog
Antes de nada nos
interesó saber más sobre el autismo, y en concreto sobre el síndrome de
Asperger, que es el trastorno neurológico que afecta al protagonista de este
artículo. Estas son unas breves definiciones extraídas de asperger.es:
Autismo. Es una alteración que se da en el neurodesarrollo de competencias
sociales, comunicativas y lingüísticas y, de las habilidades para la
simbolización y la flexibilidad, dañando la capacidad de una persona para
comunicarse y relacionarse con otros. También, está asociado con rutinas y
comportamientos repetitivos, tales como arreglar objetos obsesivamente o seguir
rutinas muy específicas. Los síntomas pueden oscilar desde leves hasta muy
severos.
Síndrome de Asperger. Se encuentra encuadrado en
los TEA o Trastornos del Espectro Autista, aunque por sus competencias
intelectuales y lingüísticas se mantiene como una entidad diferenciada del
autismo clásico.
El síndrome de Asperger se manifiesta de diferente forma en cada
individuo pero todos tienen en común las dificultades para la interacción
social, especialmente con personas de su misma edad, alteraciones de los
patrones de comunicación no-verbal, intereses restringidos, inflexibilidad
cognitiva y comportamental, dificultades para la abstracción de conceptos,
coherencia central débil en beneficio del procesamiento de los detalles,
interpretación literal del lenguaje, dificultades en las funciones ejecutivas y
de planificación, la interpretación de los sentimientos y emociones ajenos y
propios.
Florian Hirsch es
alemán, tiene 20 años y vive con el síndrome de Asperger, y está en su última
fase de formación para poder ejercer la profesión de apicultor. Su afición
comenzó después de visitar un asentamiento apícola con sus compañeros de clase.
Al ser preguntado por
las abejas, afirma que “su comportamiento social es sorprendente. Tienen
diferentes puestos de trabajo que se pueden intercambiar a veces, haciendo de
limpiadoras, de nodrizas de las larvas o de recolectoras del néctar y polen”
No tiene miedo a las
picaduras de las abejas, ya que sabe que su cuerpo reacciona bien ante los
picotazos. Ante preguntas que le pueden caer en el examen, como cuánto pesan 10
000 abejas, responde con precisión: cerca de 1 kilogramo.
Su tutor en la escuela
de apicultura está convencido que aprobará sus exámenes. Afirma que Florian
sabe exactamente lo que tiene que hacer, y las tareas que le quedan. Aunque a
veces tiene dificultades al establecer prioridades en el trabajo con las abejas,
por ejemplo en tareas como completar los libros de registro del colmenar.
Un técnico de
rehabilitación y un pedagogo le acompañan un día a la semana en la escuela de
apicultura. El objetivo es que Florian pueda conseguir su independencia en el
trabajo.
Un día en la
formación, que comparte con otros 7 compañeros, incluye en buen tiempo una
visita a primera hora de la mañana a las colmenas. En las 500 colmenas deben
averiguar si hay algún problema con la varroa, si existe presencia o no de
alguna otra enfermedad, si está entrando néctar en la colmena…
La residencia
universitaria donde convive con los otros aprendices de apicultor y el pequeño
entorno social con el que convive, le ayuda.
Una característica
típica del síndrome de Asperger es su repulsión hacia tareas o trabajos
monótonos, como pudieran ser los trabajos de limpieza del interior de las
colmenas o de cientos de cuadros de cera.
“La planificación es
mi mayor problema. A veces tengo la intención de escribir informes, pero acabo
arreglando mi moto. Me gusta practicar el ciclismo, es muy divertido. Jugar al bádminton
y correr también me gusta. Sólo los deportes de equipo no me gustan tanto”.
Florian sí interacciona con sus compañeros
de formación y tiene la firme intención de continuar con el aprendizaje hasta
el final. Sabe que tendrá que completar los libros de registro de las colmenas
para aprobar el examen. Al acabar su formación le gustaría continuar trabajando
un año más en el Instituto de las abejas en Celle (Alemania).