Los jabardos, o
enjambres secundarios, son un verdadero problema para los apicultores.
Debilitan las colmenas y complican la gestión del vigor. Su manejo es muy
importante y se pueden aprovechar de muchas formas.
El buena hacer nos
dice que la salida de un enjambre de abejas es un problema, porque debilita
mucho las colonias y pone en dudas las cosechas de miel. A veces, un enjambre se lleva más de la
mitad de las abejas y la colmena puede verse muy mermada. Además, la tendencia a enjambrar es un rasgo característico de
una mala colmena
A pesar de esto, un
enjambre de gran tamaño colgado de una rama es una alegría y una promesa de una
nueva colonia. Sin embargo, un jabardo no lo es. La salida de jabardos es indicativa de que algo no se ha manejado
bien en la colmena.
En este artículo
repasamos qué son los jabardos, por qué se producen y cómo se pueden manejar y
aprovechar. Sigue leyendo para descubrirlo.
Los jabardos son
más frecuentes a medida que avanza la primavera, sobre todo si el campo está
fuerte y ofrece mucho alimento. También hay colmenas cuya genética es más
propensa a la enjambrazón y, por tanto, a los jabardos. Por eso, todo apicultor debe saber identificar
un jabardo y debe saber qué puede hacer con él, y qué conviene en cada momento,
1 – Qué son y cómo
se producen los jabardos
Para entender qué
son los jabardos, primero hay que recordar qué es un enjambre. De
forma natural, las colmenas enjambran cuando se dan varias circunstancias: un
campo en plenitud, mucha cría, falta de espacio interior, aumento de la
temperatura y, generalmente, una reina dos años o más. En esas condiciones, las
abejas entienden que es necesario dividir la familia.
En ese momento, se
desarrollan varias reinas jóvenes a partir de las mejores
larvas de menos de tres días de edad. Las obreras levantan realeras de
enjambrazón, que son de gran calidad. Lo normal es que produzcan varias reinas
jóvenes, incluso decenas. Unos días antes de que nazca la primera princesa, se
produce la enjambrazón. En un día cálido y tranquilo, entre la mitad y dos
tercios de la colonia abandona la colmena con la reina vieja. Es lo que se
denomina enjambre primario.
Y, a partir de ese
momento, los acontecimientos pueden llevar a que se produzca un enjambre secundario,
o jabardo. Incluso podría haber más jabardos, que se denominan enjambres
terciarios.
¿Por qué se
producen jabardos?
Lo normal es que, tras
salir el enjambre primario, nazca una reina virgen que, rápidamente,
se deshaga de sus hermanas de camada destruyendo sus celdas todavía
operculadas. También puede suceder que nazcan dos reinas a la vez, lo
que desembocará en una lucha entre ellas y la más fuerte se hará con la
colonia, eliminando a las que todavía están en las celdas. A partir de ahí, esa
reina inicia su proceso normal de fecundación y desarrollará la colonia que ha
heredado.
Sin embargo, esto no
siempre sucede así. En función de cómo esté el campo y de las condiciones de
comodidad dentro de la colmena, las abejas pueden impedir que la reina mate a
sus hermanas, que acabarán naciendo.
Hay varias razones para
esto, que se pueden dar de forma separada o todas a la vez:
--Las obreras no
confían en la calidad de la primera princesa nacida y evitan que mate a
las otras. --La colmena sigue muy llena y el calor y la incomodidad no
han disminuido con la salida del enjambre primario. --El campo ofrece tanto
alimento y la colmena está tan llena que las obreras sienten que no
se apaga el impulso de enjambrar. Es lo que muchos apicultores llaman “calentón
de la colmena” o enjambrazón.
Sea por uno de estos
motivos, o por todos, las obreras permiten que nazcan otras princesas y no
dejan que la primera de ellas mate a sus hermanas. Al contrario, las mantienen
custodiadas o “secuestradas” en sus realeras, donde las alimentan, pero sin
dejar que salgan.
En esas condiciones,
las obreras inducen a la reina nacida a salir con un nuevo enjambre, el jabardo
o enjambre secundario.
Este nuevo enjambre
será mucho más pequeño que el primero y abandonará la colmena unos diez días
después de la salida del primario. La composición de los jabardos es
la siguiente:
La reina virgen que
nación en primer lugar.
Una o más reinas
vírgenes de las que han estado secuestradas.
Algunos miles de obreras (no
muchas).
Algunas decenas
de zánganos.
Cuando sale, el
jabardo suele volar más lejos que un enjambre primario. Recorre más metros y se
posa en un lugar en el que no pasa demasiado tiempo: si el apicultor no captura
el jabardo rápido, es posible que desaparezca para siempre.
Además, son colonias
muy inestables, porque dependen de una reina virgen. No es raro que, una vez
capturados y colocados en una colmena, vuelvan a escaparse. Mientras el jabardo
inicia su vida independiente, en la colonia sigue el curso de la naturaleza. Si
las obreras ya se han calmado y se les ha pasado “la enjambrazón”, permitirán
que una de las reinas vírgenes que han quedado en la colmena mate a las demás y
se fecunde.
En cambio, si
consideran que es necesario mantener el proceso en marcha, dejarán que otra de
esas reinas lidere un nuevo jabardo, que se denominará enjambre terciario
(o cuaternario). También se le llama jabardillos. Estos enjambres
sucesivos son mucho más pequeños. A veces son solo un puñado de obreras
alrededor de una reina virgen. Sin embargo, tienen potencial.
Esta sucesión de
enjambres no es positiva. Debilita a la colmena madre, que tarda mucho en
reanudar su ritmo normal, pierde gran cantidad de población y ve completamente
alterada su actividad. A veces pasan varias semanas entre la salida de la
primera reina y la fecundación de una princesa que asuma
la colonia, lo que puede suponer la pérdida de la cosecha por los retrasos que
acumulará la familia. Por tanto, es necesario evitar tanto la enjambrazón
principal como la marcha de jabardos.
2 – Cómo se manejan
las colmenas para evitar los jabardos
Una colmena que no
enjambra es una colonia volcada en producir y aumentar sus reservas, justo lo
que el apicultor necesita.
En todo caso, a veces
es inevitable la partida de un enjambre. Y los apicultores no siempre lo
detectan, porque no encuentran el enjambre y, aunque lo hagan, no siempre es
fácil saber de qué colmena ha partido.
Una forma interesante
de averiguarlo es si una colmena tiene “barba” y de pronto ya no la tiene, lo
más probable es que esa colmena haya enjambrado.
La barba de abejas en
la pared de la colmena es el signo más llamativo de que se prepara un enjambre.
Foto: Jon Anderson, en Flickr.
Al revisarla, la
salida del enjambre será más evidente: faltará mucha población en el
interior y el apicultor sabrá que esa es la colmena que ha enjambrado.
Entonces toca evitar
la salida de jabardos. La forma más sencilla es destruir todas las celdas
reales restantes, excepto una. De esa forma, las obreras ya estarán
obligadas a aceptar esa nueva reina y apagarán su instinto enjambrador.
Además, es
necesario ampliar el espacio de la colmena para evitar que el proceso
se repita en una semanas. No es aconsejable hacer núcleos o partir esa colmena
que ha enjambrado, porque se debilitará mucho más, así que la forma de darle
espacio es añadir alzas.
Jabardos de núcleos
Otra posibilidad de
que se produzcan jabardos tiene que ver con el manejo de los núcleos. Sin están demasiado
poblados y nace una reina dejando otras en celdas reales, puede producirse
un jabardo. Esta situación es desafortunada, porque el jabardo será muy
pequeño y poco viable y el núcleo se debilitará mucho. Los jabardos de núcleos
se dan más cuando se trabaja con el método del núcleo ciego, porque se levantan varias
realeras. Si se trabaja con otros métodos de hacer núcleos que no incluyan el
desarrollo de realeras, esta posibilidad casi se descarta.
3 – Cómo aprovechar
los jabardos en la apicultura
Si, a pesar de todos
los esfuerzos, los jabardos logran salir, el apicultor debe decidir qué hacer
con ellos. Hay varias posibilidades:
Devolver el jabardo a
la colmena. La primera opción interesante es devolver ese pequeño enjambre
a la colmena de la que ha salido. Lógicamente, es necesario saber de cuál ha
partido. Si se averigua, se pueden introducir de vuelta las abejas obligándolas
a pasar por un excluidor de reinas para retener la reina
o reinas vírgenes. Una vez aisladas, esas reinas pueden ser introducidas en núcleos o colmenas en las
que se quiera cambiar de reina. Aunque, es importante tener en cuenta que esas
reinas transmitirán la tendencia a la enjambrazón, con lo que puede que no sean
idóneas para hacerse cargo de núcleos o colmenas.
Establecerlo como
nueva colonia. Se captura el enjambre secundario y se introduce en una
colmena o, al ser pequeño, en un portanúcleos y se deja que se desarrolle. Al
tener reina virgen, debe empezar por fecundarse, con lo que la primera puesta
se retrasará todavía unos días. Conviene apoyarla añadiendo alimento de
estimulación en cuanto la reina empiece a poner. También se le puede aportar un
panal de miel y/o polen e, incluso, un cuadro de cría cerrada para que nazca
rápidamente una nueva hornada de abejas.
Juntar dos o más
jabardos. Al reunir dos jabardos, se logra un enjambre algo más potente y
con más posibilidades de superar la temporada. Es aconsejable eliminar las
reinas vírgenes que puedan llevar, excepto una. Después, se acomoda en una
colmena o portanúcleo y se opera como en el punto anterior.
Reunir un jabardo con
un núcleo débil. Los jabardos son muy interesantes para reforzar núcleos
de poco desarrollo. Cuando un núcleo es débil suele ser porque su reina no
tiene mucha calidad. Se puede eliminar esa primera reina y reunir el núcleo con
el jabardo, que aportará reinas jóvenes y fuertes, acelerando el desarrollo.
Reunir un jabardo con
una colmena débil o zanganera. La misma lógica se puede utilizar
para reemplazar la reina de
una colmena débil y reforzarla, o para corregir una colmena que se ha
vuelto zanganera. En este caso, se sacuden al aire
todas las abejas de la zanganera para que la obrera ponedora quede fuera.
Después, se introduce el jabardo y se deja que las abejas de la colmena
zanganera se unan a las del enjambre secundario que se le ha sumado.