El propóleo es tan antiguo como la miel y es uno de los más sorprendentes productos de la colmena. Se le consideraba un remedio para los males de la piel, las llagas y las supuraciones. Tiene uso terapeútico de más de 300 años a.c. donde muchas de sus propiedades ya eran reconocidas y aprovechadas, hasta encontrar su lugar en la farmacopea moderna con sobrados antescedentes sobre sus propiedades medicinales, su reconocimiento o no por parte de la medicina oficial, poco o nada tiene que ver con sus virtudes naturales.
Actualmente el propóleo en cualquiera de sus formas (solo o combinado) posee propiedades eminentemente antibióticas, antioxidantes, bacteriostáticas, bactericidas, antivirales, fungicidas, fotoinhibitorias, anestésicas, antiinflamatorias, regeneradoras o cicatrizantes, y su utilización en un organismo sano aumenta la inmunidad natural contra diversas enfermedades, así mismo actúa como agente terapeútico ante un sinnúmero de afecciones. Estudios científicos avalan la importancia del propóleo demostrada cientos de veces en el laboratorio gracias a las propiedades que posee, las bacterias han demostrado la misma sencibilidad al propóleo que a los principales antibióticos, pero co nla marcada diferencia de no provocar efectos secundarios y con una eliminación absolutamente natural, sin alterar la flora intestinal ni el funcionamiento hepatico.
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