La colmena (panales
+ cajón + tapas + base + colonia) es el contenedor que alberga el enjambre de
abejas con sus estructuras internas, siendo por ello un lugar donde no pueden
existir focos infecciosos. Para ello, las abejas se encargan de limpiarla
continuamente y protegerla con propóleos y resinas. Cuando entra algún intruso,
una vez muerto, o lo sacan o es propolizado evitando así la proliferación de
las bacterias descomponedoras. Aunque las abejas están continuamente limpiando,
siempre se genera un residuo en la base de las colmenas.
La mejor época
de la limpieza de las colmenas, debe coincidir con la primavera, una vez que
las temperaturas y la floración permiten un correcto desarrollo de las abejas,
tras la invernada que produce la mayor acumulación de residuos, al existir
menor número de ejemplares que limpian, y al no poder sacarlo la “basura” al
exterior.
La limpieza se
basa en el vaciado, raspado y lavado, en principio de todas las partes internas
de la colmena: base, paredes, tapa, entretapa y parte de los panales
envejecidos (cera muy oscurecida).
Teniendo en
cuenta que hay que exponer la parte viva de la colmena a la temperatura
ambiental, se corre el riesgo de enfriamiento de la cría abierta, por lo que se
aconseja hacer este trabajo en días con temperatura agradable, superior a 20º.
Como regla general podemos iniciar estos trabajos a partir de marzo, siempre y
cuando las temperaturas y las lluvias nos lo permitan.
Para la realización de esta tarea conviene iniciar la
jornada bien entrada la mañana, dando tiempo a que el sol domine y la temperatura
sea favorable. Esto además propiciara que las abejas de campo estén en su mayoría
fuera de la colmena pecoreando.
Se debe
planificar la tarea disponiendo de material limpio para hacer el cambio de
colonia con los panales hacia el nuevo cajón en el menor tiempo posible.
Una vez que se
retira el material del invierno, debe extraerse el propóleo incrustado
normalmente por raspado, así como raspar todas las partes para eliminar
residuos pegados.
Posteriormente,
para el lavado, solemos emplear agua con algún producto desinfectante como por
ejemplo lejía o sosa caustica y un cepillo de púas (alambre) para su raspado
con agua. Por último, se debe aclarar correctamente y dejar secar el tiempo
necesario para que se elimine todo el agua y desinfectante.