El agua es un componente fundamental en la dieta de las abejas para su metabolismo, dilución de miel y para el acondicionamiento de aire de la colmena. Normalmente las abejas no guardan agua y la recolectan siempre que la necesitan. Las sales minerales, necesarias en la dieta de abejas provienen de la miel y el polen.
El agua es obtenida por las
abejas de las gotas de rocío en las plantas o encharcamiento, siendo esta
última inevitable fuente de contagio de enfermedades como la Nosemosis, por ello
es aconsejable tener cerca de los apiarios fuentes de agua fresca, un bebedero
higiénico bajo sombra y acondicionado de tal forma que permita a las abejas
beber sin ahogarse, para lo cual se aconseja utilizar una plataforma de corcho
o de madera. Pueden colocarse plantas acuáticas para mantener el agua fresca, y
además porque sirven de base a las abejas para posarse.
Los recipientes no deben estar enfrente de las salidas de las colmenas pues en
esa zona las abejas dejan caer las heces y los individuos que mueren.
Se calcula que cada colmena
necesita entre dos y cuatro litros de agua por día.
Durante los meses de verano las
abejas necesitan agua para refrescar la colmena. La temperatura en el interior
de la colmena debe de permanecer en el entorno de los treinta y cinco grados.
En la época estival las pecoreadoras acarrean agua desde charcas, acequias,
charcos producidos por las tormentas, piscinas, y de cualquier otro lugar que
les sea accesible. Cuando las obreras retornan a la colmena depositan las gotas
de agua en el interior de una celdilla vacía. Otras abejas se ocupan de mover
sus alas como un ventilador para lograr que el aire circule por el interior de
la colmena; de esta manera el agua se evapora a la vez que circula el aire y la
colmena disminuye su temperatura interior.
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