Un profesor checo, Roman Linhart, dedicado a la apicultura descubrió una manera de combatir mediante altas temperaturas al ácaro Varroa, sin dudas la mayor plaga para las abejas a nivel mundial y que año tras año gana más terreno.
En la República Checa la varroa terminó aproximadamente con el 35 por ciento de las colmenas y desde hace tres décadas está causando estragos en el sector.
En consecuencia existen diversas investigaciones para intentar combatirla y el especialista se percató que una colmena debajo de un tejado de chapa en su localidad estuvo casi dos décadas sin sufrir el asalto del ácaro. Estimó que podía ser debido a las altas temperaturas que generaba aquel tejado y comprobó después que el ácaro no las soportaba.
De esta forma, ideó y patentó una colmena termosolar que se calienta por efecto del Sol hasta un máximo de 47 grados y aniquila a los parásitos. “El ácaro no aguanta una temperatura superior a 40 grados más de dos horas, mientras que las abejas sobreviven y también el plástico termosolar”, dijo Linhart en declaraciones periodísticas.
Quienes la han utilizado señalan que posee una efectividad del cien por ciento.
El éxito del tratamiento térmico radica en la diferencia para resistir el calor que presentan las larvas y el ácaro de Varroa.
Con la hipertermia se utiliza únicamente calor para tratar a las larvas contra el ácaro Varroa, no se utiliza ningún agente químico.
A altas temperaturas se forman proteínas de shock en el ácaro que causan daños en sus células. La formación de estas proteínas de shock ocurre a temperaturas más altas en las larvas de las abejas, y por lo tanto el tratamiento no les produce ningún daño.
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